De muy joven se trasladó a Barcelona, donde inició sus estudios en la Llotja, y, al mismo tiempo, se formó con el dibujante realista Josep Lluís Pellicer.
Destacó por su habilidad en la línea y en el trazo, y muy pronto evolucionó hacia el Modernismo, empleando el japonesismo en las composiciones, la aplicación del color y el uso del coup de fouet. Se inició colaborando como dibujante en varios semanarios, como L'Esquella de la Torratxa, Quatre Gats o La Saeta.
En el año 1900 se marchó a París, donde, después de unos comienzos difíciles, en los que tuvo que dibujar básicamente el tema de la bailaora flamenca, se fue especializando en el dibujo humorístico y adquirió gran éxito plasmando el París bohemio.
Paralelamente a la tarea de dibujante, aplicó el mismo estilo de dibujo en los carteles. Poco a poco empezó a colaborar en revistas francesas de primera línea, como Le Rire o Le Témoin y en otras alemanas. Volvió a Barcelona durante periodos breves para exponer en la Sala Parés (Petritxol, 5).
Al final de su trayectoria, a partir de 1912, se centró en el mundo de la moda y sus dibujos se alejaron del estilo modernista y se volvieron más geométricos y estilizados.